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¿Ser un trastornado o tener un problema de salud mental?

Por Santiago Martín

En español podemos decir tanto “dios está azul” como “dios es azul”, significando cosas completamente distintas. Sin embargo, en inglés solo puede decirse “god is blue” no pudiendo diferenciarse si la cualidad de azul es necesaria (lo es sí o sí) o accidental (puede o no serlo), si es o está. Vemos aquí cómo el lenguaje, y el uso que se hace de él, puede llevar a que interpretemos, pensemos y sintamos las cosas de maneras muy distintas

Pero ¿esto tiene algo que ver con la salud mental o solo queréis meteros con los angloparlantes?

La salud mental lleva mucho tiempo bajo la sombra del modelo médico-biologicista, el cual considera que hay una serie de trastornos, conjunto de conductas problemáticas y separadas de la normalidad, los cuales padece una persona y son parte esencial del sujeto. Es depresivo, Es un TOC, Es anoréxica, Es bulímico… Seguro que alguno habrá escuchado la frase “hace eso porque es un trastorno límite de la personalidad” o similares.

Esta concepción de los problemas de salud mental es falsa e injusta. Las personas no son un trastorno, simplemente se comportan de una manera desadaptativa o desajustada. Este comportamiento es fruto de lo que ha ido aprendiendo en relación a su medio. P. ej., a Mario cada vez que daba su opinión en su casa le regañaban sus padres, con el paso del tiempo Mario aprendió a callarse y no dar su opinión. En el momento presente Mario tiene muchas dificultades para decir lo que piensa y acude a un psicólogo desactualizado que considera que está ante una patología y que hay algo mal estructuralmente con este chico, que es un trastornado. Tras que el psicólogo diagnostique a Mario, el muchacho se acaba creyendo que hay algo malo en él y que no tendrá solución, porque Es un trastornado.

Vemos cómo esta manera de entender los problemas de salud mental es peligrosa e ilógica. Lo que le pasa a Mario es que tiene mucho miedo ante las interacciones sociales fruto de su historia de aprendizaje, no hay nada malo o defectuoso en su persona, tiene un problema, pero no es un trastornado. La mayoría de los problemas de salud mental son perfectamente explicables en base a lo que la persona ha aprendido a lo largo de su vida y cómo lo que en una ocasión servía para algo, ahora le genera malestar. Siguiendo con el ejemplo, a Mario quedarse callado con sus padres le servía para que no le regañasen, pero en el presente tiene dificultades para entablar amistades, hablar con su jefe, echarse pareja…   

Saber que uno tiene un problema y que uno no es el problema nos ayuda a ver que las dificultades tienen solución, nos hace vivir sin una culpa injusta por pensar que somos defectuosos y favorece el avance terapéutico. De la misma manera que si dios está azul puede estar rojo mañana, el que tiene un problema puede solucionarlo con trabajo y esfuerzo. Pero, si dios es azul, no puede dejar de serlo, y esto no ocurre con los problemas de salud mental. Tú, lector, serás Mario, Lucía, Álex o Sonia, pero nunca serás una depresión o un trastorno de ansiedad generalizada. 

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