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Tu depresión (no es) genética

Por Santiago Martín

Recientemente, en una sesión de evaluación, un cliente me dijo algo parecido a: “Ya sé por qué estoy deprimido, es genético. Tengo un tío que también le pasa y a mi abuela le pasó cuando era joven. He heredado la depresión de ellos.” Me sorprendió esta idea y repasé con el cliente la historia de su bajo estado de ánimo. A la vuelta de las vacaciones de verano, tras haber estado disfrutando con sus amigos de viaje, empezó a pensar en lo mal que lo iba a pasar por las restricciones sanitarias al volver a la rutina. Cuando volvió de las vacaciones dejó de hacer las cosas que disfrutaba durante la anterior cuarentena por «pereza», y empezó a sentirse mal y desganado. Aunque intentó ver si podía hacer algo, se sentía sin ganas y ni salía con sus amigos ni realizaba actividades en su tiempo de ocio. Volvió al trabajo, y al estar triste, se puso a pensar en su estado de ánimo en vez de centrarse en el trabajo, lo cual luego le frustraba ya que había “perdido el tiempo”. Antes de acudir a terapia su vida consistía en sentirse mal y quedarse en casa esperando a que se solucionará. Hasta ahora nunca se había sentido así, comenta que en el pasado era una persona muy feliz y divertida. Repasando su historia el cliente comprendió que tenía motivos para estar deprimido más allá de que su abuela y su tío hayan padecido depresión y sea culpa de sus genes.

Las depresiones no son genéticas, los genes no se deprimen ni te obligan a estar deprimido. La lotería genética puede hacer que sea más fácil que experimentes tristeza, falta de ganas o energía o que te cueste más experimentar placer, pero ninguna de esas cosas por separado va a hacer que te deprimas. Cómo nos sentimos, pensamos, actuamos y comportamos surge de la interacción entre nosotros y el ambiente en el que estamos. Y nosotros no solo somos un montón de genes arrojados al presente, tenemos una historia de aprendizaje detrás. En un primer momento, en base a nuestro temperamento nos relacionamos de determinada manera con nuestro entorno, lo cual hace que tanto el entorno como nuestro comportamiento empiecen a modificarse, empezamos a aprender a comportarnos. Un bebé de temperamento muy sensible aprende a comportarse según cómo respondan sus padres, y sus padres aprenden a responder al niño de la misma manera. Durante los años el bebé, niño, adolescente y después adulto habrá ido adecuando su comportamiento al mundo que le rodea, de la misma forma que le mundo se ha adecuado a su comportamiento. Sus genes no son todo a la hora de explicar su proceder en el mundo, son una parte más. Una persona con unos “genes depresivos” que crezca en un entorno enriquecedor en el que se refuerce que haga cosas, aprenda, descubra y se realice, difícilmente acabará deprimido. Y de la misma manera una persona con una “genética para la felicidad” si acaba viviendo en una casa pequeña, pierde a sus amigos, no tiene dinero y su trabajo es muy desagradable, probablemente acabará deprimido. Si atendemos a la historia del sujeto vemos claramente como la depresión no es (solo) genética, y en la mayoría de los casos se explica el bajo estado de ánimo perfectamente atendiendo a sus vivencias.

Pero ¿Qué dicen los estudios?

Al revisar la bibliografía nos encontramos lo siguiente, hay un porcentaje variable (no hay mucho consenso) atribuible a la genética, aunque desconocen qué genes o cómo afectan. Cada poco tiempo se proponen nuevas hipótesis sobre cómo puede influir la genética en la depresión, pero no se acaba de encontrar nada claro al respecto (muchos genes, distintos neurotransmisores y vías, toxinas, etc.). Los nuevos avances encuentran que grupos de genes correlacionan con muchos trastornos, no hay packs genéticos de depresión, hay packs de vulnerabilidad a problemas psicológicos. Por otro lado, tenemos los estudios de neuropsicología, de cómo funciona el cerebro de la persona deprimida, pero por sí solos no dicen si el funcionamiento cerebral precede o no a la depresión, si es genético o modificado por el entorno. Como veis es algo muy complejo, pero simplificando el asunto encontramos que la heredabilidad para la depresión suele estar en un 30%, alcanzando el 40% en los estudios más generosos con la hipótesis genética. Respecto a la historia de aprendizaje esta suele explicar más del 60% de la varianza, siendo el principal factor explicativo de la depresión. Si atendemos con ojo crítico, vemos como algunos de estos estudios realizados desde el enfoque biomédico tienden a despreciar el papel del aprendizaje aun cuando en sus propios estudios se observa su primacía sobre las causas de la depresión. Nos encontramos nuevamente que desde perspectivas con complejo cientificista se defiende el dogma de la causalidad genética sobre las dificultades humanas, ignorando el papel del entorno y el aprendizaje. Además, cabría desconfiar sobre quién decide dejar fuera sistemáticamente a los psicólogos y sus modelos explicativos a la hora de realizar las investigaciones, quizás alguien que se enriquezca tratando los problemas psicológicos como enfermedades médicas. A su vez, a los medios de comunicación les encanta vendernos cada poco tiempo (y sin demasiadas pruebas) que se ha encontrado la causa genética para este o aquel problema, entre ellos la depresión. De esta manera es fácil acabar pensando que la depresión está causada por la genética.  

El objetivo de este post no es el estudio pormenorizado de la literatura al respecto, y yo no soy un experto en genética y conducta, pero los datos muestran claramente que el origen de la depresión no es genético. Es importante que la gente sepa esto, ya que si las causas son psicológicas (aprendidas) pueden tratarse en consulta y acabar solucionando el problema. Si pensamos que nuestros problemas son genéticos seguramente no hagamos mucho para solucionar el asunto o nos abandonaremos a la medicación.   

 

Artículos utilizados:

Amare, A. T., Vaez, A., Hsu, Y. H., Direk, N., Kamali, Z., Howard, D. M., … & Hartman, C. A. (2019). Bivariate genome-wide association analyses of the broad depression phenotype combined with major depressive disorder, bipolar disorder or schizophrenia reveal eight novel genetic loci for depression. Molecular psychiatry, 1-10.

Howard, D. M., Adams, M. J., Clarke, T. K., Hafferty, J. D., Gibson, J., Shirali, M., … & McIntosh, A. M. (2019). Genome-wide meta-analysis of depression identifies 102 independent variants and highlights the importance of the prefrontal brain regions. Nature neuroscience, 22(3), 343-352.      

Levinson, D. F. (2006). The genetics of depression: a review. Biological psychiatry, 60(2), 84-92.  

Mullins, N., & Lewis, C. M. (2017). Genetics of depression: progress at last. Current psychiatry reports, 19(8), 1-7.

Sullivan, P. F., Neale, M. C., & Kendler, K. S. (2000). Genetic epidemiology of major depression: review and meta-analysis. American Journal of Psychiatry, 157(10), 1552-1562.

 

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